El próximo lunes día 1 de noviembre es festivo, celebramos el día de Todos los Santos y el día 2 de noviembre, celebramos el día de Todos los DifuntosAmbas fechas nos invitan a recordar que la vida no se puede entender sin la muerte. El principio de algo, puede ser el final de otro algo y a su vez, un nuevo principio.  Esta interrelación cíclica y seguramente infinita, la podemos entender en muchos aspectos: la agricultura (paso de estaciones), en la ecología y medioambiente (efectos del cambio climático), en las ciencias (reacciones químicas), en la historia (épocas de paz y de guerras), etc.

Sin embargo, esta realidad no resulta fácil de aceptar con respecto a la vida, la propia y la de las personas que queremos.

Estos últimos meses, hemos conocido estadísticas desorbitadas de números de personas fallecidas, a causa de la pandemia causada per la Covid-19. Todos coincidimos en que la situación parece que va mejorando y los números de fallecidos se van estabilizando. Pero, la verdad es que socialmente, nos sentimos en general, más apagados, más asustados y tal vez incluso viendo la realidad de una forma más pesimista que antes.  Es lo que se conoce como efecto del duelo.

El duelo no se puede encorsetar en un proceso único e igual para todos. Cada persona vive su duelo de forma particular dependiendo de muchos factores, siendo los más importantes la relación o vínculo afectivo que se tenía con el ser que ha fallecido, las circunstancias del fallecimiento, y la edad (nuestra y la del ser querido).

La cultura y la tradición religiosa católica es sensible a las cuestiones que han alterado el espíritu y la esencia interior de la humanidad desde el principio de los tiempos.   A través de los ritos, celebraciones, símbolos que el pueblo de Dios conoce y transmite de generación en generación, cuida y da respuesta a estas inquietudes relativas a aspectos trascendentes como es la cuestión de la muerte.

El día de todos los Santos y el día de los Difuntos, nos permiten recordar con afecto a los familiares que ya no están con nosotros, los recientemente fallecidos y los que lo hicieron hace muchos años.  Esos días podemos recordarlos con especial atención, contar anécdotas suyas, mirar fotografías, llevarles flores a sus tumbas…

Con los alumnos de 4º ESO hemos recordado el sentido de esta celebración, coincidiendo con la presentación de una actividad de investigación que resulta muy enriquecedora para ellos y para sus familias.  Investigar nuestras raíces, permite conocer mejor de dónde venimos y por tanto, quienes somos.  Nos acerca a los mayores (abuelos, bisabuelos) para que ellos cuenten anécdotas de sus abuelos o padres…y de esta manera, reforzar el vínculo que une a las generaciones.

Siempre es un placer escuchar estos relatos que devuelven a la vida, aunque sea por unos instantes, a alguien que hace años que ya no está entre nosotros.

Ese es vuestro homenaje, alumnos y alumnas.

Enhorabuena por los trabajos realizados.

Tonyi Coll